Una de las quejas habituales al realizar procesos de cura depurativa y ayuno terapéutico, cuando basamos la alimentación en productos no cocinados, es el frío. Puede también ocurrir durante el ayuno, aunque no necesariamente en mayor intensidad.
El frío va a depender de factores externos como el clima pero también, de factores internos como la complexión de la persona, su estado energético (no es igual si se acaba de pasar una enfermedad o si se está enamorad@), del ciclo menstrual, etc. Pero sobre todo el frío es una vivencia subjetiva, igual que lo es el dolor, y va a estar impregnado por factores muy variados como los culturales (la vivencia no es igual para alguien criado en un país nórdico o tropical) o por cómo he aprendido a expresar mis emociones.
¿Por qué combatirlo y no acompañarlo? Una de las recomendaciones es observar cómo me siento, qué cambios ocurren en mí, qué emociones aparecen: me enfado, me frustro, me entra miedo, me infravaloro, dudo de si esto sirve para algo…
El frío forma parte de nuestras experiencias humanas y estamos preparad@s para convivir con él. Por tanto, la primera recomendación sería observar estas emociones que aparecen sin aferrarme a ellas, dejándolas pasar. Aceptarlo.
– Aumentar la temperatura ambiente si ya usamos calefacción. Si podemos exponernos a una fuente de calor directa como el fuego de una chimenea será mucho más efectivo.
– Abrigarse un poco más. A veces es mejor tres capas finas que dos gruesas, sobre todo si estoy en el exterior y hay viento.
– Usar una bolsa de agua caliente. Puede ser aplicada sobre el abdomen si hay molestias o simplemente para dar más confort.
– Hacer actividad física de intensidad moderada. El movimiento activa la termogéneis del cuerpo. Si podemos fraccionar la actividad en 2 veces al día, ponemos en marcha este mecanismo 2 veces y el beneficio será mayor.
– Tomar una baño de agua caliente. Hay que prestar atención a la posible disminución de la tensión arterial que puede llevar a mareo. Por tanto es preferible avisar siempre a alguien de que vamos a hacerlo y mantener la estancia bien ventilada.
– Sacar los alimentos de la nevera un par de horas antes de consumirlos.
– Añadir a los alimentos un toque de especias de naturaleza caliente: canela, jengibre, cúrcuma o cardamomo. En las frutas algunas combinaciones habituales son: manzana con canela, pera con jengibre y plátano con cúrcuma. Aunque como siempre habrá que encontrar lo que nos resulte más apetecible.
– En el caso de las ensaladas os animo a buscar información sobre ensaladas templadas. Hay ciertas hojas como la espinaca que se pueden saltear en la sartén para darles un toque de calor.
– Tomar agua caliente o infusiones. Es preferible prescindir de las drenantes y elegir las que tienen un efecto calmante sobre el sistema digestivo como el anís verde, la manzanilla o camomila, la melisa, la salvia o el hinojo.
Es importante recordar que tanto la cura depurativa como el ayuno son procesos naturales al organismo y seguros. El cuerpo no se suicida. El frío pone en marcha mecanismos adaptativos como la formación de grasa parda, que está implicada en la termogénesis en bebés, y según estudios recientes también en adult@s. Supone un cierto estrés, pero más bien podríamos hablar de eustrés o estrés adaptativo. Es una situación controlada, voluntaria y limitada en el tiempo que en ningún modo va a ponernos en peligro.
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