El ejercicio físico es una pieza fundamental en el mantenimiento de nuestra Salud. Lo sabemos desde hace siglos, por un lado desde la pura intuición individual y también desde las medicinas tradicionales de los distintos pueblos. Por si hubiera dudas, en los últimos años el saber científico nos muestra más y más evidencias al respecto.
Actividad física: cualquier movimiento que realizamos de forma voluntaria con nuestro cuerpo. Implica cosas tan variadas coomo los desplazamientos de la vida diaria, trabajar en el jardín, bailar en una boda, sacar al perro a pasear o ayudar a un amigo con una mudanza.
Ejercicio físico: es una actividad física planificada y con un objetivo, generalmente mejorar la condición física. Puede ser nadar, correr, hacer pesas, jugar al voleibol, etc. Supone una exigencia externa a la que el organismo debe adaptarse y así alcanzar un estado de mayor capacidad. Para conseguir la adaptación, el ejercicio físico debe seguir unos principios básicos en cuanto a la carga aplicada, la frecuencia, el tipo de ejercicio, etc.
Deporte: tipo específico de ejercicio físico sujeto a unas normas o reglas. Según su finalidad el deporte puede ser de competición o recreativo.
Estos tres ámbitos en ocasiones se solapan ya que si corro porque pierdo el autobús estoy haciendo actividad física, si corro porque quiero bajar mi colesterol, estoy haciendo ejercicio y si corro porque quiero ganar una medalla, estoy haciendo deporte.
Así es, nuestro cuerpo necesita la actividad. La evolución se ha encargado durante millones de años de permitir nuestra adaptación al entorno y lo hemos logrado gracias al movimiento. Si nuestros antepasados han conseguido evolucionar y llegar a nuestros días ha sido gracias a la actividad física.
Si pensamos en un coral o en una secuoya las adaptaciones han sido diferentes y también lo han hecho con éxito, si no, se habrían extinguido. Igual pasa con los humanos,
Imagina la vida en el paleolítico: los primeros humanos pasan de una vida arborícola a una vida en las llanuras. Sobra decir que nuestro planeta es un lugar de abundancia y que estamos bendecidos por el hecho de habitarlo, pero las cosas no siempre son fáciles y nuestros antepasados tenían que desplazarse para encontrar su alimento, correr para huir de un depredador o trepar para llegar a un lugar de refugio. Esto, que también parece evidente, se confirma mediante estudios comparativos de la dureza de la diáfisis de la tibia en esqueletos de homo sapiens y homo neanderthalensis. Caminaban y corrían tanto o más que un atleta profesional.
Con el neolítico llegan la ganadería, la agricultura, la alfarería y con ellas profundos cambios. Desaparece el nomadismo y las sociedades se hacen sedentarias. Hablamos de sociedades sedentarias, no individuos sedentarios. Seguían moviéndose todo el tiempo: desplazamientos entre aldeas para comerciar, labores del campo, caza… lo que quieras, siempre había actividad física.
Actualmente vivimos en otro paradigma, donde se equipara bienestar, calidad de vida y comodidad a movimiento cero. Desde las escaleras mecánicas o el robot aspirador automático a la compra online o los patinetes eléctricos. Pero este nuevo modelo es tan reciente que supone sólo el 0,00001% de nuestro tiempo sobre la tierra como especie humana. No ha habido tiempo, por suerte, de adaptarse. Así que toca seguir moviéndose.
Hay tres claves que guían y dan soporte al trabajo de MpS, como la urdimbre de un tejido, invisible pero imprescindible.
Equilibrio. Se entiende como la alternancia dinámica entre aspectos polares de un mismo elemento. En la Naturaleza vemos una alternancia y equilibrio entre muchos aspectos. Tomemos como ejemplo el día y la noche. Si me acerco a los polos parece que este equilibrio se rompe porque hay más de uno que de otro, pero si observo un periodo lo suficientemente largo, un año, veo que el equilibrio se conserva. En la alimentación es igual. Hay una alternancia entre los momentos de ingesta y los momentos de reposo alimentario o ayuno.
Es fundamental sacarnos de la cabeza la imagen de equilibrio como una balanza donde al alcanzarse la misma proporción de dos elementos el sistema permanece estable, sin cambio. En lo estático la vida no fluye, se estanca. El ámbito propio de la vida es lo dinámico.
En el ejercicio debemos proceder de igual forma, con una alternancia entre periodos de actividad y de reposo. Obvio, ¿verdad? Pues debería serlo, pero con mucha frecuencia se ven problemas asociados al sobreentrenamiento y muchos más relacionados con la falta de progresión en personas que pretenden alcanzar objetivos sin llegar a unos mínimos de actividad.
Coherencia. Hace referencia a la relación lógica entre las partes o elementos de un aspecto, de manera que no se produzca contradicción entre ellos.
No tiene sentido apuntarme al gimnasio, a la clase de moda de cross-fit o de HIIT, si luego no soy capaz de subir unas escaleras para ir a un segundo piso. O llevar una vida sedentaria y tóxica de lunes a viernes y convertirme en el súper weekend warrior en sábados alternos, según la custodia de mis hijas. Me viene a la mente la imagen de un motorista de los de la route 66 con su Harley-Davidson, chupa de cuero, gafas de espejo, pañuelo rojo en el pelo, tatuaje en el brazo… pero ¿un tatuaje de Frozen? No hay coherencia.
La coherencia no sólo se refiere al ejercicio, se extiende a distintas áreas de mi vida. Por suerte cuando entramos en una dinámica de autocuidados y de ganas de vivir en Salud, hay ciertas cosas que van contagiando a otras, que van entrando en resonancia como las vibraciones de un diapasón.
Cuando empiezo a cuidar mi alimentación,voy eliminando tóxicos de mi vida, alcohol, tabaco, practico meditación, vivo en un estado de mayor autoconsciencia… muchas veces el hacer ejercicio surge de manera natural.
Propósito. Es aquello que queremos alcanzar. No hay que engañarse, hacer cambios en nuestras rutinas cuesta y si no hay una motivación clara aparecen los boicots, la pereza, la costumbre, la falta de información, el miedo… frenos y dificultades que nos alejan del ejercicio. Tener nuestro propósito presente nos sirve de guía, es como nuestra estrella polar. En la medida que puedo levantar la vista y verla puedo recordar cual es mi camino.
Cuando hablo de propósito no me refiero sólo al inmediato. Puede que mi objetivo sea bajar un par de tallas, controlar mejor mis niveles de azúcar si tengo diabetes o moverme con menos dolor si tengo artritis reumatoide. Todo esto es estupendo, pero podemos ir un paso más allá formulando una nueva pregunta: ¿para qué quiero conseguir estas cosas? ¿qué voy a hacer en este mejor estado de Salud una vez que lo consiga?
La vida de cada persona tiene un propósito y no hay unos más elevados que otros, ya que no existen de manera aislada. Por supuesto hay una evolución individual pero también una evolución global como especie a la que todos contribuimos. Es muy difícil desarrollar una tecnología para acabar con los residuos de plásticos en el océano o aportar una bonita obra de arte si me duele la espalda cada mañana al levantarme de la cama. Por tanto, la Salud debería ser un medio para acercarnos a nuestro propósito de vida, no un fin en sí misma.
La personas precisamos de distintas fuentes de energía para nuestra subsistencia. Tomamos prestados del entorno los elementos básicos que hacen funcionar a nuestro organismo: aire, agua y comida.
Durante el ejercicio los músculos van a precisar más energía. Para esto las mitocondrias van a aumentar sus procesos metabólicos y para ello requieren oxígeno. Necesitamos respirar más profundo y más rápido. Esto es así porque no disponemos de una reserva de oxígeno que se pueda usar para satisfacer este aumento de demanda.
De igual forma, como la producción de energía en las mitocondrias necesita de un sustrato material tienen que llegar a las células más precursores, ya sea en forma de hidratos de carbono o de lípidos. El uso preferente de uno u otro dependerá de la presencia de insulina. Esto explica la dificultad para bajar peso de las personas con hiperinsulinemia por resistencia periférica a la insulina, pero esto da para un post entero.
Lo que algunas personas tienden a pensar, y la industria de consumo apoya, es: si durante el ejercicio necesito más energía, tengo que tomar barritas, batidos y bebidas energéticas. Error. Es cierto, mi cuerpo necesita más energía, pero a veces no puedo, o no es aconsejable, comer mientras hago ejercicio. Por suerte no hace falta, salvo en ejercicios de duración prolongada. Tengo reservas que puedo poner en juego para satisfacer esta demanda extra.
Con el agua ocurre algo parecido. Tenemos reservas de agua suficientes como para no necesitar beber durante la actividad. Habrá que tener un poco de sentido común y tomar pequeñas cantidades de líquido en días de mucho calor o ejercicio de mucha duración. La deshidratación no es un problema si el ejercicio es de corta duración, de hecho en ocasiones se utiliza como estrategia para mejorar el rendimiento.
Volvamos a uno de esos grupos humanos en el paleolítico. Imaginemos una época de abundancia, rodeados de árboles con frutas, bayas y vegetales a su alcance. ¿Saldrían a correr por la mañana? Lo dudo. No digo que estuvieran tumbados al sol, pero básicamente estaban en modo ahorro, o lo que es lo mismo, en modo insulina. La insulina es la hormona que secreta el páncreas en estas situaciones y envía el mensaje “vamos a guardar todo lo que podamos por si vienen tiempos peores”. Y estos tiempos llegaban. La Naturaleza es cíclica, y aunque no es casual que los primeros humanos properasen en áreas de clima templado donde la oscilación entre estaciones es menor, incluso allí podía haber periodos de dificultad. Esto se hizo mucho más acusado según nos fuimos desplazando a latitudes más extremas donde las estaciones condicionan periodos de abundancia y escasez. Bueno, pues llega el momento de escasez, ¿qué hago? Me muevo. Tengo que moverme a nuevas tierras, a buscar alimentos. Como mi cuerpo necesita alimentarse lo hace de sus propias reservas. La insulina desaparece de la circulación y esto permite la movilización de la energía almacenada en forma de tejido adiposo. Por tanto falta de alimento y movimiento o ejercicio van de la mano, van en la misma dirección, tanto metabólica como filosófica.
Veamos qué ocurre en el metabolismo de un sapiens actual. Digamos que ceno a las 19:30h y al día siguiente me levanto a las 7:00h, dejo a las niñas en el cole y me voy al gimnasio a las 9:30h. Llevo 12 horas de ayuno, el glucógeno almacenado en hígado y músculo ya se ha consumido y mi cuerpo está claramente en modo “usando reservas”. No hay insulina a la vista. Se están movilizando las reservas del tejido adiposo, que se vehiculizan en la sangre hasta llegar al músculo donde se metabolizan en presencia de oxígeno en las mitocondrias. Si llego al gimnasio y hago ejercicio, empiezo a consumir más energía. El mensaje que llega a mi sitema metabólico es sencillo: «hay que movilizar un poco más de las reservas». Estamos enviando una información coherente. No es como tirar del freno de mano y dar un volantazo para invertir el rumbo, es solamente manejar suavemente el volante para adaptarme a las curvas.
Otro escenario paralelo. Me levanto a las 7:00h, desayuno unas tostadas con tomate y un té (no digo choco crispis porque si no parece que está amañado), y esto provoca una liberación de insulina. El mensaje que llega al sistema es: “hay abundancia, ¡¡ahorremos!!”. Se empiezan a llevar los azúcares de la sangre hacia los depósitos. Además, como estoy haciendo ejercicio, voy gastando más azúcares de mi torrente sanguíneo. Si supero un cierto umbral la consecuencia es la concocida hipoglucemia o pájara.
Desde la visión de la medicina higienista se puede entender también este mecanismo. Mientras estoy haciendo ejercicio mi energía se centra en el sistema de relación. Si tomo algo de alimento parte de esta energía se tiene que derivar al sistema de nutrición, por tanto no estará disponible para la parte de movimiento. Si la parte que tengo que derivar es demasiado grande, no habrá suficiente energía para todos los procesos y el cuerpo tendrá que hacer un reset: o para de hacer ejercicio (mareo) o para de hacer el proceso digestivo (vómito).
Hasta aquí la parte teórica, perdón si nos hemos extendido un poco. Puedes consultar el post «Ejercicio Físico y Salud (II)» donde desarrollamos los aspectos prácticos a tener en cuenta al iniciarse en la práctica de ejercicio físico saludable.
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