Medicina para la Salud

Alimentación y Salud

Alimentación Saludable

La nutrición clásica pone mucho énfasis en cuantificar tipos de nutrientes, medir calorías, pesar las raciones, etc. Ésta es una visión obsoleta, que en la actualidad ha sido superada ampliamente. Ahora entendemos la alimentación saludable no tanto como una ciencia, sino como un arte. Pero esto no quiere decir que ya sepamos sus secretos. Hay que aprender un nuevo lenguaje.
En este nuevo escenario toman importancia elementos como el ayuno intermitente, la microbiota, el color de los alimentos, los fermentados, los germinados, las combinaciones de alimentos y muchos más.

La alimentación es sin duda uno de los factores de Salud que debemos cuidar en cualquier proceso que busque prevenir o tratar una enfermedad. Cambiar hábitos en la alimentación supone todo un reto ya que están arraigados en múltiples factores, desde creencias personales, hasta elementos propios de cada cultura. Para que el cuerpo acepte bien los cambios y no se revele, deben ser progresivos. Además, deben respetar las circunstancias individuales de la persona. Las propuestas no serán iguales para alguien que vive solo o para alguien que comparte las comidas en casa con sus hijos.

Principios básicos

– Aportar nutrientes adecuados, a los cuales nuestra biología está adaptada. La fruta, los vegetales, las semillas y los frutos secos conformarían la base de nuestra alimentación.

– Comer alimento crudo cada día. Se puede, sin ningún problema, hacer una comida al día que sea sólo fruta o ensalada.
– Incluir grasas “naturales”, ya que imprescindibles para la alimentación humana. Pueden proceder de los frutos secos o el pescado azul, por citar dos ejemplos.
– Evitar beber durante las comidas, ya que ese líquido que tomemos va a diluir nuestros jugos digestivos.
– Buscar un adecuado balance entre productos de origen animal y vegetal.
– Respetar el ritmo estancional, atendiendo también a la costitución de cada persona.
– Tener en cuenta la noción de comestibles frente a alimentos
– No comer postres después de la comida, para evitar la fermentación de los azúcares. Se pueden tomar un tiempo más tarde, pero es preferible que no sea de forma inmediata.
– Permitir el reposo digestivo entre comidas, especialmente desde la noche a la mañana.
– Comer de forma consciente, con una buena masticación, especialmente los productos ricos en almidones.
– Elegir el entorno adecuado, tanto en lo ambiental (evitando ruidos) como en lo relacional (compartir con otras personas en la mesa).
– Seguir los ciclos de la Naturaleza, eligiendo alimentos de la estación y de proximidad.
– Atender a nuestro estado emocional, evitando comer para tapar emociones.

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